1.El caloret faller
A todos nos pilló por sorpresa ver a nuestro alcalde, Pedro, vestido de Rita Barberà y cantando el Caloret que por aquel entonces estaba pegando muy fuerte. Asombró tanto que vinieron los de la Sexta a grabar un reportaje y salimos en las noticias y todo. Y es que este fue un momento muy especial, porque a partir de entonces, todos los años se ha luchado por superar ese momento. Fue el punto de inflexión entre una fiesta normal y la fiesta de nuestras vidas.
2. ¿Pandemia? Sí. ¿Fiestas del pueblo? MÁS TODAVÍA.
Acababan de dejarnos salir prácticamente, no nos podíamos juntar más de 10 y la mascarilla puesta 24/7, pero eh, las fiestas se disfrutan sí o sí. En aquel momento de desesperación, vimos una luz que iluminó nuestros corazones. ¡NOS MANDARON EL CHUPINAZO A CASA! Sólo unos pocos fueron los afortunados de tenerlo pero aún así la ilusión de oír el camión recorriendo las calles corría como loco por el corazón de los más fiesteros del pueblo.
3. La canción de nuestras vidas.
El último año antes del desastre, el Ayuntamiento nos regaló una canción, una forma de vida. Tenemos una canción que narra exactamente todo lo que hacemos en el chupinazo, como nos sentimos y cómo lo vivimos, tanto lo bueno como lo malo, por supuesto. Es la nueva banda sonora del pueblo, y ahora esa canción no pueda faltar en ninguna fiesta. Ya sabes lo que dicen… ¡QUE NO PARE LA FIESTA NUNCA!
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