1. Aparcamiento SIEMPRE.
Vivas en la calle más remota del pueblo o en la propia general siempre hay un hueco libre para ti y tu coche. Es raro si no hay uno en la misma puerta o un poco más hacia delante, pero que vamos cerca cerca. Estoy casi segura que hasta en Santa Águeda encuentran aparcamiento rápido. Hay algunas excepciones, como cuando tenemos fiesta (que suele ser a menudo) y hay alguna calle cortada. Pero que vamos, yo quejas no tengo.
2. Libertad y seguridad.
LIBREEEE COMO EL SOL CUANDO AMANECE YO SOY LIBRE COMO EL MAAAAAR. Y es que es verdad. En el pueblo tenemos la seguridad de que los peques se vayan a jugar al parque solos (cuando ya tienen cierta edad, ojito) que sabes que están a salvo. O es que no te acuerdas tú, cuando a las 5 de la tarde le decías a tu madre «me voy al parque mama, ya volveré». Y chico, que no pasaba nada.
3. TODO el mundo se conoce.
Esto es complicado. Vamos a tratarlo con calma. Aquí todo el mundo se conoce, y si no es a ti pues a tu hermana, prima, vecino, madre, padre, o algún familiar que hasta desconocías que tenías. Tiene puntos positivos, como que si te falta dinero en la tienda no pasa nada porque sabe la dependienta hasta donde vives, o si necesitas un favor tienes mil amigos/conocidos que seguro que te lo pueden arreglar. AHORA, también tiene negativos, y es que si no quieres que la gente se entere algo, te voy a decir lo que me dice mi madre… NO LO HAGAS. No lo hagas, porque mira, se van a enterar.
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